Damos las gracias a Marco Bolognini, empresario y colaborador del Programa Inicia, por compartir con nosotros su experiencia como ponente.
Desde mi despacho, el Centro de Formación Teide Quintana dista unos quince minutos en coche, si la calle Alcalá se porta bien en cuanto a tráfico. Sin embargo, la distancia generacional entre los estudiantes de dieciocho años y un abogado cuarentón, corre el riesgo de ser mucho más pronunciada que los pocos kilómetros que nos separan. Nada sorpresivo, si pensamos que en un par de décadas se han ido sucediendo varias generaciones con sus correspondientes rasgos sociológicos, cada una con sus peculiaridades cada vez más marcadas o, al revés, indefinibles.
Es el tiempo actual que corre rápido, como nunca, gracias a la complicidad determinante de las nuevas tecnologías, de la globalización del conocimiento, de la posibilidad de alcanzar cualquier lugar del mundo en pocas horas o en pocos segundos, sea con un avión o sea con una videollamada.
Por ello, cuando los lenguajes culturales (que no son las lenguas: el idioma es la barrera más fácil de sortear) potencialmente difieren tanto, la única forma de transmitir algo en lo que crees de verdad, es hacerlo con la sinceridad y sencillez que, aún hoy, son lenguaje universal.
La hora que pasé en el Teide Quintana fue una experiencia muy bonita. A mis palabras sobre el rol del empresario en la sociedad – palabras opinables tal vez, pero era mi honesta opinión – los estudiantes reaccionaron con una educada curiosidad, con una mirada inteligente y abierta, con una apreciable dosis de sentido común.
Quién necesitaba más esa charla: ¿ellos o yo? Digamos que ha habido un intercambio muy proficuo de valores. Emprender y crear también es esto: compartir principios, ideas e ideales entre diversos, entre personas que pertenecen a órbitas generacionales y sociales distintas. Ambas partes emprendimos, esa mañana en el Teide Quintana.
Gracias a Cristina y a la Fundación Rafael del Pino por la valiosa labor que van haciendo. Gracias a María G.-S. y a todos los buenos profesores que a diario se enfrentan al más emocionante y delicado de los desafíos. Y mucha suerte al estudiante Luis D., que a raíz de esa charla en el Teide Quintana empezará en breve sus prácticas profesionales en nuestro despacho.
¡Hasta 2020!