CHUTZPAH, del yidis, una lengua eslavo germánica hablada por los judíos del centro y este de Europa, es un vocablo que significa: “insolencia, descaro, frescura, coraje, atrevimiento y arrogancia”. Este vocablo fue tomado por el hebreo moderno de aquella lengua, hoy en franca extinción. No deja de ser curioso encontrar un vocablo que resuma un conjunto de características que para cualquier ciudadano corriente entroncarían directamente con una percepción más cercana a la mala educación que a la actitud que define al israelí medio.
Traigo esto a colación con motivo de la lectura de un libro
muy interesante : “Start-up nation”, escrito por el analista político Dan Senor
y el periodista del “The Jerusalem post” y colaborador habitual de “The Wall
Street journal”, Saul Singer, que explica las razones del éxito económico de
Israel.
El pasado mes de noviembre, la fundación Rafael del Pino me
ofreció impartir unas charlas en institutos de enseñanza secundaria de la comunidad de Madrid con el propósito de
acercar a los estudiantes de 3º y 4º de la E.S.O. y de 1º y 2º de bachillerato
el mundo de la empresa y el emprendimiento.
Emprender es más una actitud que una decisión. Al acto de
emprender se puede llegar desde la oportunidad o desde la necesidad. Ambas
opciones son válidas, y en el escenario actual de crisis crece más el
emprendimiento desde la necesidad como respuesta a la escasez de empleo. El
objetivo de estas charlas es generar un anhelo suficiente que ancle más la
esperanza de ganar que el miedo a perder, y estimular una curiosidad suficiente
orientada a la inquietud por crecer, innovar, ser competentes, audaces, atrevidos,
y no quiero incluir, por pura corrección política, los vocablos a que hacía
referencia en el comienzo de este texto: “insolencia, descaro, frescura,
arrogancia”, pero que, hoy, tras mis experiencias de fracaso y éxito en la tarea de emprender, las considero
actitudes que nos ofrecen la oportunidad de cuestionar lo establecido y, por
tanto, una parte inestimable del emprendedor que ha de enfrentarse, como
mínimo, al “estado actual de las cosas”, lo que no es poca resistencia.
A la primera de las charlas, un instituto en Colmenar Viejo,
asistí con una fuerte sensación de congoja. Si a algo temía era a no tener la
capacidad suficiente para interesar a los chavales y que mi charla fuera otro
“tostón” más en el conjunto de actividades que el instituto programaba. Mi
exposición, siguiendo el guion que me ofreció el programa Inicia en charlas
previas, consiguió llamar la atención de unos chavales a los que percibí
sinceramente preocupados por su futuro, pero al mismo tiempo observé una
actitud generalizada con una tendencia a un conformismo adquirido,
probablemente aprendido. En la segunda de las charlas que di ese mismo día y en
el debate que seguía a mi exposición, un chaval bien parecido, alto y fuerte,
me espetó tras mi invitación, en el curso de la charla, a que persiguieran sus
sueños.
- "Todo eso que cuenta está muy bien, pero yo lo
que quiero es hacerme oposiciones a policía para no tener preocupaciones con el
trabajo."
No me pilló por sorpresa. En diferentes foros, noticias,
diarios de información ya se había hablado de la alarmante situación en los
alumnos de secundaria respecto de sus opciones de futuro en los que habían
manifestado en un porcentaje notable su deseo de tener un puesto de
funcionario, dejando patente una preocupante falta de ambición.
Me volví al resto del auditorio y les pedí lo siguiente:
- "Levanta tu mano si en este momento tienes alguna
preocupación, con los estudios, con tus padres, con tus hermanos, con tus
amigos..."
Levantaron la mano la práctica totalidad de los alumnos.
Pidiéndoles que mantuvieran la mano levantada me dirigí al chaval que no quería
tener preocupaciones y con todo el cariño, y un punto de inocente mordacidad,
le contesté:
- "Bienvenido al club de los que tenemos
preocupaciones por algo."
Hablamos acerca del sentido de las dificultades, de la
necesidad de tener aspiraciones que nos lleven a ser la persona que queremos
ser, de entender que nunca nada será fácil y que un escenario de dificultades
es parte de lo habitual; y así la charla prosiguió. Al terminar, se acercaron
varios alumnos a agradecerme por lo que habían escuchado y aprendido. Con este
pequeño grupo estaba el alumno cuyas aspiraciones, respetando el legítimo
derecho a ser policía, tenían más que ver con la búsqueda de ausencia de
preocupaciones que con la idea de querer ser la persona que podría soñar ser.
De manera especial él se acercó y me dio las gracias por haberle hecho ver las
cosas de otro modo.
Volviendo al inicio de este comentario, en el libro
“Start-up nation” se explica el fenómeno del éxito económico de Israel. Algo
que no tendría mayor trascendencia de no ser por las extraordinarias
condiciones en las que se gesta este éxito. Los israelíes, en un contexto tan
conservador como es el ejército, favorecen este tipo de comportamiento en el
que un soldado puede cuestionar las órdenes de un oficial superior. Esta
relación informal ha resultado ser catártica y un revulsivo en la supervivencia
del estado en las condiciones más extremas de hostilidad. No sólo la Chutzpah; a este singular vocablo de
amplio y sorprendente significado, se añade otro concepto hebreo como es el rosh gadol que significa cabeza grande,
en oposición al rosh katan que quiere
decir cabeza pequeña. Resumiendo, rosh
gadol propone “cumplir las órdenes de la mejor manera posible, utilizando
el propio juicio y haciendo el esfuerzo que sea necesario”, en suma, cuestionar
la autoridad antes que respetar la jerarquía*, y rosh katan, un concepto del que todo el mundo rehúye eh Israel,
significa “interpretar órdenes al pie de la letra para evitar asumir
responsabilidades o trabajo extra”*.
Es interesante observar que en el vocabulario coloquial
español no se propone una alternativa a estos conceptos. Ni en el ámbito
educativo ni en el del mundo de la gestión empresarial, a cuya parte formativa
en el mundo de las habilidades directivas llevo dedicando los últimos quince
años de mi vida profesional.
A medida que iba participando en las charlas, mi invitación
a los chicos y chicas de los diferentes institutos, y los visité de distinta
condición social, era a que explorasen las fuentes del talento, que se
reconocieran en ellos y que persiguieran sus sueños, por más alejados que estos
estuvieran de las expectativas de su entorno más íntimo. Rosh gadol versus rosh
katan.
Creo que ya hemos vivido lo suficiente, en la historia más
reciente de España, como para empezar a trabajar por el país que queremos ser.
Y ello pasa, invariablemente, por cuestionar el statu quo de las cosas. Y nos corresponde a los veteranos insuflar
esa actitud chutzpah para alentar el
inconformismo en los chavales que son la antesala para una cultura de progreso
e innovación tan necesaria para nuestra querida nación.
Disfruto con este trabajo por lo mucho que aprendo de ellos.
Me he despojado de las prejuicios sobre la juventud para centrarme en lo que
nosotros, los señores y señoras mayores, podemos hacer por ellos, para que
ellos nos superen en actitud, comportamiento y resultados.
François Pérez Ayrault. (Socio y administrador de Pilates BM y Director general de MoverActio)
*Start up nation. Dan
Senor & Saul Singer. (Twelve. Hachette Book Group 2011)