Pablo Alonso, alumno del Colegio Newman, explica qué aprendió con el Programa Inicia.
El pasado jueves 7 de marzo tuvimos el placer de escuchar a Ismael Teijón en el Colegio J.H. Newman. Se trata de un joven empresario que de la mano de la Fundación Rafael del Pino intentó acercar el mundo de la empresa y el a los alumnos de bachillerato del colegio. Fue interesante aprender cuáles son las habilidades y capacidades necesarias para ser un buen emprendedor. Es curioso y alentador observar que se pueden adquirir con el paso del tiempo. Incluso aunque tus inicios escolares jamás hubieran pronosticado un futuro demasiado prometedor, factores como la ilusión, el rigor o la motivación son claves para crear una empresa con una amplia cuota de mercado.
El mundo de la empresa y la figura del empresario, que pueden parecer entes abstractos y alejados de nuestro día a día, se nos pusieron cara a cara representados en la figura de Ismael. Nos dimos cuenta de la importancia de las empresas, que arriesgan grandes sumas de dinero y ponen su tiempo y esfuerzo para ofrecernos aquellos instrumentos y servicios que nos parecen obvios e imprescindibles, desde la silla en la que nos sentamos cada día en clase, hasta las redes sociales. También se eliminaron algunos prejuicios sobre los empresarios, ya que es evidente que no todos son explotadores ansiosos de hacerse millonarios, sino que son personas de a pie con sueños, ganas y un papel clave en la sociedad. Aprendimos que es más importante estudiar lo que te gusta de verdad, que aquella carrera que, en principio, alberga más salidas profesionales. Parece ser que es cierto el dicho que dice “haz lo que amas y ama lo que haces”. Si algo se nos quedó grabado fue el hecho de que un buen empresario hace de su hobby su trabajo. Esta parece ser la clave del éxito de Genializa, la empresa que dirige Ismael. Probablemente antes del encuentro, muchos nunca habíamos considerado la opción de montar nuestro propio negocio en un futuro, y, al menos ahora, la tenemos en cuenta cómo una salida laboral más.
En mayor o menor medida, todos nos llevamos algo positivo de este encuentro. Podríamos decir que la síntesis del diálogo entre el empresario y los alumnos fue que el hecho de ser empresario es una actitud. Algo que se aprende y mejora día a día, igual que se aprende a andar o a jugar al fútbol. Sin duda, ahora sabemos mejor quién es un empresario y a qué se dedica.
El mundo de la empresa y la figura del empresario, que pueden parecer entes abstractos y alejados de nuestro día a día, se nos pusieron cara a cara representados en la figura de Ismael. Nos dimos cuenta de la importancia de las empresas, que arriesgan grandes sumas de dinero y ponen su tiempo y esfuerzo para ofrecernos aquellos instrumentos y servicios que nos parecen obvios e imprescindibles, desde la silla en la que nos sentamos cada día en clase, hasta las redes sociales. También se eliminaron algunos prejuicios sobre los empresarios, ya que es evidente que no todos son explotadores ansiosos de hacerse millonarios, sino que son personas de a pie con sueños, ganas y un papel clave en la sociedad. Aprendimos que es más importante estudiar lo que te gusta de verdad, que aquella carrera que, en principio, alberga más salidas profesionales. Parece ser que es cierto el dicho que dice “haz lo que amas y ama lo que haces”. Si algo se nos quedó grabado fue el hecho de que un buen empresario hace de su hobby su trabajo. Esta parece ser la clave del éxito de Genializa, la empresa que dirige Ismael. Probablemente antes del encuentro, muchos nunca habíamos considerado la opción de montar nuestro propio negocio en un futuro, y, al menos ahora, la tenemos en cuenta cómo una salida laboral más.
En mayor o menor medida, todos nos llevamos algo positivo de este encuentro. Podríamos decir que la síntesis del diálogo entre el empresario y los alumnos fue que el hecho de ser empresario es una actitud. Algo que se aprende y mejora día a día, igual que se aprende a andar o a jugar al fútbol. Sin duda, ahora sabemos mejor quién es un empresario y a qué se dedica.